!Volvemos al tajo (por desgracia, y de momento, con minúscula)! No nos hemos olvidado del blog, aunque esté desatendido y parado durante meses.
Seguimos con el proyecto en marcha, no nos detiene ni la crisis, pero vamos a nuestro ritmo cansino, mendigando el tiempo y estirando las horas y los días. De donde no hay no se puede sacar mucho, pero lentamente avanzamos.
Como todos los años, durante el invierno, la mayor parte del tiempo se va en determinar el material colectado la campaña pasada. Vamos cerrando algunas familias y otras seguimos muy lejos de ver su fin. Ya os iremos dando noticias...
Siguiendo la estela de las nepetas continuamos con nuestro propósito de ir subiendo las monografías genéricas que vamos rematando o tenemos en marcha, y hoy le ha llegado el turno a las salvias.
Hay seis salvias citadas en el entorno del Parque:
Son muy fáciles de distinguir entre sí, salvo, quizá, Salvia pratensis y S. verbenaca. Con flores blancas hay dos especies, S. aethiopis y S. phlomoides, la primera es una mata con una inflorescencia muy ramificada y llamativa, a modo de candelabro, mientras que la inflorescencia de la segunda apenas está ramificada. En el caso de S. aethiopis, el cáliz de las flores oculta gran parte de la corola, asomando, prácticamente solo los labios de la flor, mientras que en S. phlomoides el cáliz deja ver, además, parte del tubo.
Con flores rosadas discolores (labio superior rosa e inferior blanquecino) sólo puede ser S. sclarea. Además posee unas brácteas muy grandes, de color rosa y llamativas que la hacen inconfundible. Es un planta que suele aparecer junto a poblaciones, ya que en algunos casos se trate de una especie naturalizada, escapada de antiguos cultivos.
La más común y mayor de todas, la única leñosa, es S. lavandulifolia. Es una pequeña mata que cuando no tiene flores puede pasar por un espliego. Sus hojas se parecen a las de Lavandula latifolia, como recoge su nombre científico. De todas las especies de salvias del Parque, a título personal, es la única que tiene un olor agradable. Sus flores son azul claro. Su porte y sus hojas la hacen inconfundible con el resto de especies del género.
Por último, con flores azules, más o menos violáceas, están S. pratensis y S. verbenaca. La más común en el Parque es la primera. S. pratensis es una planta de mayor tamaño, de inflorescencia más llamativa, con flores más numerosas y en verticilos más próximos que S. verbenaca. Las flores de S. pratensis tienden más al violeta, mientras que las de S. verbenaca lo hacen al morado claro. Pero el carácter más diagnóstico de todos es el de las hojas de la roseta basal, en el caso de S. pratensis son hojas enteras, de borde más o menos dentado (crenadas), mientras que en el caso de S. verbenaca las hojas son de pinnatífidas a pinnatipartidas (con profundas incisiones en el limbo como se aprecia en la foto).
De momento hemos colectado las 4 primeras especies de la lámina. Las dos últimas han sido citadas en el Parque, pero aún no las hemos localizado. S. verbenaca está citada en la tesis de V. Mazimpaka para Armallones. El catalogo de recolecciones llevadas a cabo por la Asociación de Herbarios Ibero-Macaronésicos (AHIM) en 1996, cita S. verbenaca en Terzaga y S. sclarea en Poveda de la Sierra. No hemos visto el material de herbario de estas recolecciones, con lo que no podemos confirmar, aún, su validez. La localidad más próxima al Parque de S. sclarea, que conocemos, es de Luzón (de donde proceden las fotos).
Seguimos buscando.