viernes, 25 de febrero de 2011

Primicias florales

Los que amamos la botánica, y añoramos el campo, según se acerca la primavera sentimos un pálpito, una desazón que nos recorre el cuerpo al ver por la ventana cómo entra la luz del sol, esa luz del final del invierno, mientras se apilan en nuestra mesa multitud de deberes ineludibles relacionados con el trabajo.

El día a día se hace más cuesta arriba mientras pensamos que en algún lugar del Alto Tajo, sin nuestros mimos ni supervisiones, las primeras flores brotan según el suelo recupera su latido tras el largo invierno. Es momento para la nostalgia y para preparar, aunque sólo sea mentalmente, las salidas de campo que nos gustaría hacer durante el año (de ilusión también se vive).

Las primeras señales de lo que se avecina cada año la dan unas pocas plantas, que siguiendo el calendario que marcan sus relojes internos, y las condiciones climáticas, deciden florecer en medio de paisajes nevados anunciando, a quien tenga la suerte de verlas, que la primavera está en ciernes, y los colores y la vida volverán, en breve, a tapizar los paisajes del Parque.

Vivir lejos del Parque dificulta poder seguir el día a día de esta resurrección anual de la flora. Pocas veces hemos visitado estos parajes en pleno invierno… Preparando el informe florístico para el PORN, en el invierno de 1996-97, pasamos unos días recorriendo los páramos y barrancos desolados por el frío, y tuvimos la oportunidad de ver florecer a las especies más tempranas. Posteriormente, para rematar el libro de flora hicimos pequeñas excursiones invernales buscando algunas especies concretas.

Quizá la primera de todas en florecer sea Helleborus foetidus, que no espera siquiera a que la nieve se derrita. Otra de las primeras es una bulbosa con cierto parecido al azafrán, de flores rosas delicadas, Colchicum triphyllum. Esta planta, que finalmente fue incluida en el catálogo de especies amenazadas, nos obligó a realizar un par de viajes en Semana Santa, para conocer a fondo su distribución y hacerle fotos, para ilustrar el libro de flora.


A esta lista de pioneras hay que añadir Ophrys fusca, sólo la hemos visto una vez en Carrascosa de Tajo, la población era muy numerosa. Eran aquellos tiempos de las máquinas analógicas, e insatisfechos por la calidad de la foto hemos vuelto varias veces al lugar para hacerle un retrato digital, siempre sin resultado. Es como si la población se la hubiera tragado la tierra (ni flores, ni hojas ni frutos, cosas típicas de la orquidiología…).

Las especies invernales son difíciles de ver, ya que su regulación depende mucho de la climatología del año, por lo que las fechas de floración fluctúan muchísimo de un año a otro. Por eso algunas especies se han resistido campaña tras campaña, como Crocus nevadensis, citado para Villanueva de Alcorón, que costó varios viajes en diversos años confirmar la cita y hacerle una foto in extremis, a punto de ponerse el sol, para ilustrar el libro de flora amenazada (también está catalogada). Con seguridad esta especie es mucho más abundante, pero hay que llegar en el momento oportuno para verla en su esplendor. El año pasado en febrero, volviendo de Albacete, la parada de rigor para el bocadillo, en unos montes al sur de Cuenca, nos deparó una grata sorpresa, bajo el coche, literalmente, encontramos una población de Crocus nevadensis en flor. Una vez vistos los primeros, encontrar más ejemplares por la zona fue fácil. Unos kilómetros más adelante, en un pinar parecido a los del Tajo, paramos a buscarlo y lo encontramos sin problema (por fin le hicimos fotos a placer).


También son muy tempranos los árboles y arbustos anemófilos (que usan el viento para la polinización), sus inflorescencias en amento dispersan mejor el polen sin el obstáculo de hojas y aprovechando los días de viento que suele haber a finales del invierno. Unos ejemplos típicos serían el avellano (Corylus avellana) y los sauces (Salix spp.).

Las bulbosas son un grupo particularmente tempranero, de hecho su estrategia vital se basa en florecer antes de que el resto de herbáceas y leñosas compitan con ellas por la luz. Si floreces antes de que los demás echen las hojas te ahorras vivir a su sombra. Además de los ejemplos citados, con la primavera casi por estrenar, es el momento de los narcisos, de los que al menos cuatro especies viven en el Parque: Narcissus triandrus, N. bulbocodium, N. pseudonarcissus subsp. portensis (= N. eugeniae) y N. assoanus.



El Parque es tan grande y tiene tal gradiente altitudinal que la floración de las especies que tienen un amplio rango de distribución se va demorando a lo largo del territorio, siendo casi imposible precisar cual de ellas debería ostentar el récord de "invernalidad". Cuando los narcisos de la Fuente del Hierro de Checa ya está fructificados, empieza a florecer la misma especie en el Cerro de San Cristóbal de Orea.

En fin, aquí seguimos un día más, mirando las fotos de otros años y soñando con la primavera en el Tajo.

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